No sé de dónde saco la energía para estas cosas. Tal vez, verdaderamente es una de las cosas que más me gusta hacer en la vida: convencer a alguien de que es necesario mirar por el ojo de la cerradura para que las ganas de descubrir algo entren en uno y le animen a abrir la puerta y a salir por ella.
—¿Vieron que en el mástil tenemos dos banderas? —sin esperar respuesta iba a continuar, pero alguien me interrumpió:
—La bandera esa de los pueblos originarios —no tenía intención peyorativa el "esa" se continuaba después en— la de los cuadrados de colores.
—La bandera nacional y la wiphala... pero ¿alguno de ustedes se puso a pensar qué es o para qué sirve una bandera? —el silencio fue casi imperceptible.
La bandera es entre otras cosas un símbolo, está allí para representar otra cosa, tiene un significado —tal como si fuera una palabra— y en el caso de la bandera nacional está allí para representar nuestra identidad cultural.
—¿Qué es la identidad cultural? —empujé nuevamente al rebaño por el desfiladero. Las preguntas eran tan grandes que se agolpaban contra los pabellones de las orejas de las chicas y los chicos...
Con el objetivo de no tener que explicar —o tal vez ni siquiera reflexionar— acerca de una materia, utilizamos la estrategia de enumerar los elementos relacionados, esperando que las y los interlocutores completen lo que falta. El mate, el asado, el dulce de leche, las tortas fritas, el fútbol, pero también las creencias, la historia, las costumbres, el idioma...
—La bandera celeste y blanca es la que significa que somos o que nos sentimos argentinos... ¿Qué pasa con alguien que nace en Argentina pero es criado desde bebé en Australia, por personas australianas, por ejemplo? ¿Es argentina o argentino, va a sentirse así o...
Dejé la pregunta sin completar, otra estrategia para economizar, una forma de patear la pelota para salir de la zona de riesgo.
—Se va a autopercibir australiano —dijo una de las chicas.
—Yo quiero ser una planta —dijo otra y las risas rompieron el dique de la abulia e inundaron la biblioteca.
Otra dijo, como si fuera una réplica del tsunami:
—Yo me autopercibo escoba.
—Pero la escoba no es un ser, no siente... —traté de hacer pie— no podés sentirte escoba.
El agua se lo llevó todo.