Escribí, seleccioné y edité los textos que incluyo en el libro a lo largo de una imprecisable cantidad de tiempo.
El libro contiene dos poemarios.
El primero con el título de minúscula, se mantuvo inédito hasta ahora e incluye cuatro poesías que escribí mientras era adolescente.
El segundo, con el título de SINCIENCIA, también inédito, incluye cinco poesías que escribí recientemente.
Son nueve en total y completamente accidental resulta que igual sea el número de meses que tarda para crecer un ser humano nuevo.
Nuevo y nueve difieren en una sola letra y sin embargo no se parecen en nada más: no son iguales, e incluso nuevo se aseguró de anunciarlo sin juntar los labios más que para cortar la ve que deja afuera la única letra diferente entre ellas, la más importante: la que permite saber si nuev es un número o una novedad.
Sin embargo, no sería falso decir que este libro nace con delay, como si se hubiera tardado un tiempo en crecer luego de la concepción.
Quizás este mismo texto sea los delirios, los dolores del parto. Tal vez, sea la superposición aparentemente caótica de los sonidos que hacen los instrumentos de los músicos mientras afinan antes de dar la función, como el olor del pan que llega antes que el mordisco.
Forman parte del libro también otros textos que sin el cuerpo de la poesía, saben abrir los mismos cajones.
El libro tiene tres movimientos: la obertura, el intermezzo y el finale.
En la obertura podés leer un texto que funciona como ars poetica y que constituye el manifiesto sobre el que se desarrolla toda la obra.
Seguido aparece el poemario de mi adolescencia, que aloja en el título una primera batalla contra los molinos de viento.
A los 14, a los 15, a los 16 años de edad mientras me inundaba de alfonsinas y neftalíes pensaba que el aporte que podría hacer a la poesía universal sería todas las gotas menos las que rebalsan el vaso.
¿Por qué una sola letra mayúscula en cada oración? ¿Por qué noté aquella diferencia y decidí que entre una cosa y la otra no podría el libro llevar ningún otro nombre?
minúscula incluye cuatro poemas: bebedero, de altura verde, disfraz y te pido.
Aquel ahora enciende en éste la apenas lucesita de una sonrisa en la comisura de los labios.
Después de la obertura, el intermezzo..
Ojo, no es una pausa, es como pensaba Beethoven que su música era: no la pongas de fondo mientras comés, podrías indigestarte.
No hay descanso, mientras suenan los aplausos —o los abucheos—, algunos de los músicos revisan la afinación de sus instrumentos, otros dan vuelta las páginas de las partituras en los atriles temblorosos.
Los dos ensayos que aparecen antes de SINCIENCIA son el preludio que rompe las formas, la bacanal de Saint-Saens que prohibió el senado romano porque era demasiado.
Una Monalisa en la boca del director y el fuego en su mirada reparten flores vivas de gratitud o muertas de plástico para quienes se retrasan en los compases o se apresuran... mientras suena la sirena de los bomberos.
Parece ser que todo ocurre en el intermezzo: un atentado, una escena urbana, la respiración o la esperanza, incluso el adormecimiento...
Y debe ser cierto porque después viene en el finale y lo único que ocurre en el finale es que todo deja de ser o tal vez, que todo vuelve a empezar.